Comunicación en la atención a pacientes
La interacción
profesional de enfermería-paciente
La interacción con los
pacientes como una forma de comunicación personal en la que, siguiendo el
proceso de comunicación y con la presencia de todos sus elementos, cada una de
las partes asume un rol diferente que va a mantener a lo largo de todo el
proceso, con unos objetivos concretos, intercambiando información en forma de
preguntas y respuestas, procediendo habitualmente como resultado de ese
intercambio a aplicar una serie de técnicas de enfermería sobre el paciente.
Esta información verbal se acompañará de otros mensajes no verbales y
paraverbales que conjuntamente con los verbales deberemos interpretar y emitir
adecuadamente para realizar de forma satisfactoria la interacción.
Se debe tener en cuenta
en cualquier tipo de interacción, es aclarar el sentido que tiene y los
objetivos que el profesional y el paciente se planteen. Cuando se va a producir
una situación de atención profesional, disponer de objetivos previamente a la
realización de la misma, es muy conveniente, pues de esa forma, el profesional
podrá preparar la consulta para formular las preguntas que considere más
adecuadas manteniendo una coherencia interna y valorar al término de la misma
el grado de cumplimiento de los objetivos predeterminados. Cuando no se puede
planificar, habitualmente habrá que aclarar los objetivos de la interacción,
preguntando el motivo para que se confirme antes de proceder a actuar.
Como normas generales
aplicables a cualquier situación de atención a pacientes, aún a riesgo de
repetirnos posteriormente, se debe proceder siguiendo la secuencia siguiente:
1. Preguntar para
conseguir información. Ante la presencia de un paciente, inicialmente hay que
preguntarle para poder centrar su demanda.
2. Escuchar mientras se
nos responde. Hay que dejar hablar cuando se nos contesta, dando feed-back o
retroalimentación de lo que entendemos, y utilizando las señales de escucha.
3. Observar la respuesta
para captar el mensaje. Se hace necesaria la observación de los tres tipos de
elementos, verbal, no verbal y paraverbal.
4. Hablar con el paciente. Utilizar el mismo
código que el cliente haya utilizado al contestar a nuestras preguntas. Hay que
evitar tecnicismos y jergas, tratando de adaptarnos al lenguaje del paciente.
El contexto de la
interacción
Un aspecto muy importante
en cualquier tipo de interacción profesional es el contexto donde se desarrolla
la misma. La situación se puede producir en una consulta de atención primaria,
en la habitación de un hospital o en el mismo domicilio de un paciente, entre
otros posibles. En todos los casos, resultará ideal cualquier ambiente que
favorezca la intimidad y concentración de las partes durante la interacción,
evitando las posibles fuentes de distracción.
El ambiente en general
podríamos dividirlo en función de sus elementos. En este sentido, hablaríamos
del lugar, habitualmente la consulta, incluyendo la sala de espera cuando la
haya y la decoración, especialmente algunas partes del mobiliario como mesa y
sillas y la disposición de las mismas. En general, son de capital importancia
todos los aspectos a los que hicimos referencia al referirnos a los errores de
la comunicación relacionadas con el entorno sanitario.
El sitio donde se realice
una entrevista o consulta, hasta donde sea posible, debe invitar a la concentración
y ser agradable, relajante y cómodo para contrarrestar la ansiedad que puede
surgir a largo de la misma y favorecer la comunicación. No debe haber
abundancia de objetos, pues ayudarían a distraer la atención, debiendo cuidar
el orden, la limpieza y la iluminación, que no debe ser deslumbrante para
ninguno de los dos, siendo deseable que ayude a crear un ambiente cálido y
agradable. En un entorno hospitalario hay que tratar de cuidar especialmente la
intimidad, de forma que no se escuchen las conversaciones ni se vean las
posibles intervenciones que se realicen con el paciente.
Partes de la entrevista
La realización de una
consulta profesional de cualquier tipo la podemos dividir, a efectos didácticos,
en tres partes que son: saludo y presentación, cuerpo de la entrevista o
aplicación de las técnicas y finalización.
El saludo inicial y la
presentación suponen el comienzo de la interacción, y es responsabilidad del profesional
de enfermería que desde el primer momento se establezca una relación agradable
y cordial, al margen del contenido de la misma. Para ello se debe adoptar una
actitud con la que transmitir confianza y seguridad. Sin que exista una fórmula
para conseguir esto, se pueden hacer una serie de recomendaciones que nos
ayudarán a conseguir transmitir esas impresiones.
Si es posible, cabría
levantarse y desplazarse hacia la puerta para recibir al entrevistado, cuidando
el aspecto físico y la postura. El saludo se realizará con una sonrisa, mirando
directamente al entrevistado y, si es posible, dándole la mano, cuidando
también el resto de elementos no verbales y paraverbales (tono y volumen,
gestos, etc.). Si no se conoce de anteriores ocasiones al entrevistado será
necesario presentarse uno mismo diciendo el nombre o el nombre y primer
apellido, además de decir que uno es el enfermero.
Hay que ser amable y
hablar inicialmente para centrar los motivos y objetivos de la consulta, sin
perder de vista que la amabilidad no debe confundirse con una excesiva
cordialidad, evitando las bromas y los comentarios personales improcedentes.
Puede ser habitual que el
paciente se muestre al comienzo con dificultades para establecer un diálogo,
pero la amabilidad por su parte conseguirá que se sienta cada vez más seguro y
colaborador.
En cada momento de la
entrevista se requiere un tipo de preguntas determinado. Así, podemos referirnos
a dos tipos de formular preguntas que son las llamadas preguntas abiertas y
preguntas cerradas. La pregunta abierta es una pregunta general que invita a
hablar al paciente, dando una mayor oportunidad para responder, pudiendo
expresar libremente su punto de vista y sus opiniones y emociones (serían
preguntas cuya formulación empieza habitualmente por palabras del tipo de:
¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Por qué?, ¿Cuál?, ¿Cuándo?, etc.). En general es un tipo de
preguntas que facilitan el establecimiento de la relación entre paciente y
profesional de enfermería. Las preguntas cerradas suponen lo contrario a las
abiertas, pues buscan respuestas que se ajusten exactamente a lo que se
pregunta (serían preguntas cuya formulación normalmente comienza por
expresiones del tipo de: ¿Dónde?, ¿Cuándo?, ¿Cuántas?, ¿Cuánto?, ¿Con qué?,
etc.)
Durante la escucha
activa, podemos emplear una serie de elementos verbales que nos van a ayudar a
que la información recogida sea mayor, existiendo tres tipos diferentes de
emplear los elementos verbales. En primer lugar, la clarificación, que se
refiere a la pregunta que se plantea después de que el paciente emite un
mensaje ambiguo y sirve para ayudar a elaborar mejor la información que nos
facilita, para contrastar lo que ha querido decir o para aclarar ideas vagas o
confusas: «¿Quiere usted decir que...? o ¿Está usted diciendo que ...?»; a lo
que se añadirá la repetición del mensaje en todo o en parte. La clarificación
favorece la elaboración del mensaje del paciente y permite al enfermero
comprobar la precisión de lo que ha entendido, además de clarificar los
mensajes vagos o confusos.
La conducta no verbal y
paraverbal del paciente
Con relación a los
elementos no verbales, y comenzando por los relativos a los ojos, nos referiremos
en primer lugar a la mirada. La mirada directa mantenida indica disponibilidad
o deseo de comunicación e intercambio personal, mientras que la falta de
contacto ocular mantenida indica retraimiento o evitación del intercambio o
respeto. También puede referirse a incomodidad con el tema, vergüenza o
preocupación, si se produce únicamente en un momento determinado o con relación
a un aspecto concreto de la entrevista. Bajar la mirada, mirar al suelo o mirar
fijamente a una persona u objeto, se puede interpretar como preocupación,
rigidez o incomodidad.
Otras conductas
relacionadas con los ojos serían los movimientos rápidos de los mismos y el parpadeo,
que puede indicar excitación, ansiedad, interés o satisfacción; la humedad en
los ojos, que supone la presencia de sentimientos que pueden ser tanto de
tristeza o frustración como de felicidad; y la dilatación de las pupilas, que
supone activación emocional, atención e interés.
La sonrisa supone el
elemento más importante relacionado con la boca. Indica la presencia de contenidos,
sentimientos o pensamientos positivos o el saludo, y siempre hace que la cara
de la persona que sonríe resulte más agradable. Los labios cerrados apretados,
indican estrés, enfado u hostilidad.
Temblores en el labio
inferior indican tristeza, mientras que mordisqueárselo supone ansiedad o tristeza.
La boca entreabierta sin pronunciar palabra es señal de cansancio o
aburrimiento, evitando con ella la presencia de un bostezo.
En lo que se refiere a la
expresión facial en general o a algunos elementos aislados relacionados con
ella, el contacto ocular con sonrisa supone felicidad y comodidad, los ojos muy
abiertos o rígidos
con la boca también
rígida, sorpresa o miedo y el ruborizarse o la aparición de manchas rojas en el
cuello, ansiedad, incomodidad o vergüenza.
La cabeza se utiliza para
dar señales de escucha o confirmación con movimientos de arriba abajo o para
indicar desaprobación, desacuerdo o rechazo con movimientos de lado a lado,
mientras que cuando se encuentra colgando hacia el pecho supone tristeza o
preocupación.
Con relación a los
componentes paraverbales, los cambios en la entonación y velocidad a lo largo del
discurso, se interpretan como diferentes significados emocionales a cada uno de
los distintos temas que integran la conversación. Un volumen muy bajo,
tartamudeos, dudas y errores, indican ansiedad y timidez o incomodidad. Por
último, los silencios y pausas pueden interpretarse como preocupación,
reflexión o evitación de un tema cuando no existe la presencia de ningún
sonido, y como activación y ansiedad e incomodidad, cuando se cubren con
balbuceos, repeticiones o muletillas.
La comunicación
telefónica
Cuando por las razones
que sea, la comunicación con el paciente se realice a través del teléfono, la
no participación de los elementos no verbales de la comunicación, hace que se
hagan importantes una serie de consideraciones encaminadas a incrementar al
máximo la calidad de la comunicación.
En términos generales, la
cortesía en el trato debe tenerse en cuenta más que cuando tratamos directamente,
pues en estas circunstancias muchas veces las fórmulas de cortesía pueden ser
sustituidas por una mirada, un gesto o una sonrisa, lo que por teléfono no se
percibe. Es aconsejable utilizar con frecuencia expresiones del tipo de «por
favor; buenos días; buenas tardes; gracias, muchas gracias; etc».
Es muy importante utilizar la sonrisa como si
se encontrara enfrente de la persona con la que está hablando, al menos al
comenzar y finalizar la conversación, es decir, como bienvenida y despedida.
Debemos procurar que
nuestra velocidad sea más lenta de lo normal, abriendo la boca más de lo
habitual y marcando más profundamente la pronunciación para que se produzca una
mayor claridad, pues en ocasiones el uso del teléfono puede dificultar la
comprensión. Las pausas deben ser más breves que cuando hablamos cara a cara,
pues la ausencia de otras referencias (elementos no verbales) hace que al
hablar por teléfono nos den la impresión de ser más largas que en persona.
Las solicitudes de
información deben hacerse con preguntas de tipo cerrado para evitar que el interlocutor
divague, se produzcan confusiones y se pierda tiempo, procurando ser también
concreto en las respuestas.
Se debe finalizar
resumiendo de forma ordenada, lo que ayudará a compensar la menor retroalimentación
que se produce con relación a cuando tratamos en persona y, una vez realizado,
despedir amablemente la comunicación.
Recomendaciones para tener
una buena comunicación con el paciente
v Mantener
la paciencia y la empatía hacia el paciente.
v Dejar
de hacer varias cosas a la vez mientras te hablan.
v No
usar un lenguaje demasiado técnico.
v Hablar
más despacio.
v Preguntar
siempre al paciente si lo ha comprendido todo.
v Fomentar
la participación del paciente.
v Mantener un nivel de voz acorde a la situación en la que se encuentre el emisor.
Referencia
Vander. C.,
Román. CH., Quiles, Y., Quiles M. “Técnicas de comunicación para profesionales
de enfermería” , Edición 1, 2006. Recuperado el 14 de julio de 2024
https://www.aeesme.org/wp-content/uploads/2014/11/Tecnicas-de-comunicacion-en-Enfermeria.pdf
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